sábado, 25 de diciembre de 2010





En estos últimos días he tenido oportunidad de comprobar cómo un mismo hecho, lugar o sentimiento puede tener dos significados muy distintos según el momento o contexto en que se viva.
Me acordaba de la primeras veces que empecé a escuchar la canción, en el búnker estudiando las oposiciones. Recuerdo perfectamente que era en la 92.0, Onda Aljarafe, que creo que ya no existe. Ponían música variada sin ninguna interrupción, nada de anuncios ni locutores. Perfecta para estudiar. Al principio no me gustaba nada, pero poco a poco le fui cogiendo el truco. Normal por otro lado, ya que la ponían TODOS LOS DÍAS.
No es lo mismo escucharla en aquella radio mientras estudias que escucharla mientras te preparas para una cita con una muchachita bien despachá con la que llevas tiempo querer conocer en profundidad y que te has tenido que currar cada paso; incitar tu curiosidad por ti, dejar que te conozca y captar cuál es tu esencia.
También recuerdo que no todos fueron buenos tiempos en el hotel. No es lo mismo estar allí y levantarte temprano para ir a trabajar en un empleo que ya no te llena, en el que te sientes totalmente excluido y del que te quieres ir lo antes posible. No es lo mismo estar allí con una salud mental paupérrima que estar allí en plenas facultades mentales.
Ya sabes que no soy de grandes actos ñoños ni de sobrevalorar el sexo ni las relaciones hombre-mujer, perdiendo la cordura y la objetividad. No soy de cursiladas, de "mujeres de mi vida", príncipes azules o princesas azulas.
Sabes que para mí esas relaciones se explican mejor bajo un punto de vista científico, aplicando la biología, la evolución de las especies, la química, la estadística de grandes números y un pelín de psicología para explicar el porqué de ciertas conductas.
Pero no es lo mismo subir a mi habitación para arreglar el mundo con una a la que acabo de conocer y hacerlo porque toca, sin saber muy bien quién es y ni siquiera si realmente te atrae por miedo o como medida preventiva porque cualquiera sabe cuándo volveré a tener suerte y mejor aprovechar ahora que luego vendrán las vacas flacas y tendrás tiempo de aburrirte solo.

Te das cuenta de que la canción aquella mañana suena mucho mejor y definitivamente es una obra maestra que habla de ti. Que aquel hotel es un sitio de ensueño con vistas a la perfección, cálido, acogedor, perfecto. Y te das cuenta de que sabe infinitamente mucho mejor cuando realmente por fin consigues el primer beso de esa persona después de meses anhelándolo, cuando pruebas su cuerpo después de horas y horas preguntándote cómo sería ese tacto. Cuando te lo has tenido que currar, conquistando pequeños territorios y avanzando paulatinamente con cada batalla. Cuando realmente te importa esa persona, te interesa todo de ella de forma inequívoca.

Cuando es tan perfecto y a la vez rocambolesco estar allí que tienes que realizar varios test de realidad para creer que de verdad está pasando entre la neblina del vino.
Pero eso sólo pasa puntualmente, y quizá es lo que le da mayor valor. Y quizá sea mejor así. Ni la distancia, ni mi incapacidad para amar, ni su excesiva capacidad para hacerlo aconsejan que pase de ahí.
Mejor disfrutar de lo que hay y hacer que cada cita sea una primera cita anhelada durante semanas, para que siempre sea así, para que el hotel siga siendo perfecto, para que la canción no hable de casos hipotéticos sino reales, para que siempre tengas algo que aprender de ella. Para que la novedad no se acabe transformándose en rutina.

Claudio :: sábado, 25 de diciembre de 2010 a las 2:13 p. m. :: 0 comentario(s)

-------------------------------------